​El Hombre Elefante muestra una historia que atrapa, te hace sentir un testigo real de lo que le ocurre a Joseph Merrick hasta el final. La fotografía en blanco y negro, resulta ser un recurso más dramático que estético y refuerza, aún más, el tenebroso ambiente. La música, el Adagio para cuerdas, es una expresión de dolor y la tragedia, acompaña los últimos momentos de la película y de la vida del protagonista que se nos muestra con toda su "naturaleza espantosa" para mostrarnos en contraste toda su ternura e inocencia, además de toda su sensibilidad oculta en un cuerpo aparentemente siniestro. De él no surge ninguna maldad, ningún horror, surge simplemente mucha sensibilidad. Su absoluta falta de rencor en contraposición con su aspecto físico deja pendiente la respuesta a lo que casi nunca nos preguntamos: ¿Qué es lo bello?